mayo 24, 2009

¿Dónde pongo lo hallado?




Hace un par de días mi vecina me contó que tenía un armario atestado de cosas que ya no usaba y que no tenía valor de tirar. Como yo tengo alguna práctica en eso de darle destino a las cosas que ya no se usan y además he descubierto que hacerlo me hace sentir ligera, me ofrecí a ayudarle.
Entre las muchas cosas que salieron de allí me llamó especialmente la atención una cajita metálica de esas que se cierran con llave. Mi vecina se le quedó viendo como si no la reconociera, comentó que no tenía ni la menor idea de si tenía o no la llave para abrirla, la agitó para ver si tenía algo dentro y al final parecía que había visto la luz y los ojos se le pusieron llorosos... la tal cajita lo que contenía eran todas las cartas que le había enviado el que ahora es su marido cuando eran novios. Le pasé el brazo por los hombros para que se le pasara el acceso de emoción y cuando estuvo más calmadita le pedí un favor; le dije que cuando ella se sintiera lista para hacerlo, decidiera qué destino quería que tuvieran esas cartas. Si destruirlas, si quemarlas, si publicarlas... lo que fuera!.
Mi petición tiene un motivo: cuando estuve desmantelando mi casa en México para venir acá, me encontré refundida en un armario una caja de madera que contenía TODAS y cada una de las cartas que mi padre le escribió a mi mamá... Lo único que yo sabía de esas cartas era algo similar a una leyenda urbana. Mamá me dijo siempre que ella las tenía guardadas en algún sitio y que si yo me las encontraba algún día, por ningún motivo debía leerlas... fin de la historia. Nunca las vi hasta que no tuve más remedio que sacar todo de todas partes; encontrarlas fue tan fuerte como una película de misterio: allí estaban las tales cartas de las que había oído toda la vida pero que ya hasta pensaba que ni existían.
A ver: no-las-leas-pero-quémalas? no-las-leas-pero-consérvalas?
Puede ser una tontería, pero ante la duda, cuando vine para acá opté por dejarlas guardadas en un sobre cerrado dentro de otra caja que contiene cosas mías que en el momento no podía traer pero que poco a poco iré trasladando como mis discos compactos y mis álbumes de fotografías.
Las benditas cartas me tienen dividida. Por una parte siento curiosidad de ver qué se decían esos dos que siempre vi tan enamorados y que recuerdo tan cómplices. Por otra parte está el respeto a su intimidad... No me atrevo a destruirlas y me parece profundamente tonto el pensar en cargar con ellas para siempre si no las voy a leer.
Eso de haber sido la más próxima a mi madre (aunque no su favorita, que conste), tiene sus bemoles... A ver, mamacita linda de mi vida, ¿No podrás visitarme en sueños para aclararme la cuestión? vaya dilema que me has dejado, chata...

3 comentarios:

  1. el título del post... de una canción de Silvio Rodríguez!!! uauuuuuuu

    tienes que hacer con las cartas lo que te diga tu corazón. ¿Cuál fue tu primer impulso al encontrarlas?

    Síguelo.

    Abracitos salinos

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  2. Ufff, ojalá pudiera también mi madre decirme de vez en cuando qué opina que debo hacer. De todas formas, si me pasara a mí lo que a ti no las leería, las dejaría para siempre como algo entre los dos. Pero creo que las guardaría, es absurdo pero es lo que haría yo.

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  3. Gracias Lena y Marcela por sus comentarios, al final supongo que lo que me dicta el corazón como dice Lena es bastante parecido a lo que dice Marcela que haría...
    Es lo que tiene que una haya tratado de ser racional toda su vida, que cuando tiene que tomar decisiones ilógicas se hace una un lío :)
    ¿Cómo era eso de: "El corazón tiene razones que la razón no entiende"?

    Saludillos

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