El verano de los viajes inesperados II. Asturias, Patria Querida

Otra de las sorpresitas de este verano ha sido poder conocer (¡al fin!) esa parte del norte de España que tenía en mente desde hace años.

¿Sabes eso de que sin tener muy bien idea del porqué, anticipas que un lugar te va a gustar mucho, mucho, mucho? Pues eso me pasaba a mi con la tierra de Mármara y Marcela. Tanto que hasta me pareció que la vida me daba la oportunidad de acompañar a Candela en un momento en que la presencia de una amiga le venía bien.

Que por azares del camino tuviera que agregarle al viaje unas 18 horas no me importó. Que el GPS decidiera llevarnos a Candela y a mi por la senda del mal (mal asfaltado, mal trazado, mal conservado), fue casi lo de menos...

Que casi matamos a Marcela cuando llegamos a destino... podría decir que casi lo lamentamos pero honestamente la verdad es que nos partimos de la risa... y desde allí fue un no parar de reír a cualquier hora del día o de la noche. La pobre nos había dicho que cuando llegáramos a cierto punto la llamáramos y de allí nos iría diciendo. Así lo hicimos. Nos dijo entonces que avanzáramos hasta tal semáforo. Lo pasamos en verde... Ella sorprendida, nos dijo que veríamos otro semáforo... que ya estábamos dejando atrás, también en verde... más sorprendida aún dijo que miraríamos un parque... ya estábamos por la mitad del mismo... (a todo esto, cada vez que ella hablaba se oía más agitada)

Nos dice que giremos y nos pregunta qué vemos: "Fundación hospital de..." "¡¡¡PARAAAAAAA, PARA DONDE PUEDAS!!!" Alcanzó a gritar con lo que le quedaba de resuello... Candela dice: "¡Uy, que linda! ¡lo emocionada que está!" "¿Emocionada? Se está ahogando, ¿no ves que viene corriendo?" y en eso vemos una personita que corría cuesta abajo con peligro de dejarse los piños a toda velocidad y que veía a nuestro encuentro... lo último que oímos fue: "¡Ya te viiiiiiiii!"

Lo siguiente que sentimos fue un super abrazo que no por ahogado fue menos emotivo.

Me he saltado en el relato la primera noche de nuestro viaje, que la pasamos en Madrid, en el ala norte del rincón del aroiris. Sobra decir que Chris es una anfitriona generosa y detallista... pero igual lo digo. ¡Gracias por tu hospitalidad, eres una luna!.

Sigo relato. Al llegar a casa de Marcela, nos encontramos con Mármara que estaba esperándonos con Bilbo y Tiza... y una super cena. ¡Y yo que estaba a régimen! Pues nada, que a partir de allí, todo el tiempo fue comer, reír, ver sitios increíbles, comer chocolate a cualquier hora del día... y ¿cómo no? Si Marcela nos llevó a este templo de la gula:

Dicen que nadie lee los post largos... pero no hay manera de decir todo lo que quisiera en un post corto, así que agregaré algunas fotos para dejar constancia de que Mármara y Marcela son unas guías de turistas fantásticas que nos llevaron a ver lo mejor de Avilés, Gijón y Oviedo...

Seguramente más adelante irán saliendo otros detalles de estos días en mis post, pero no quiero cerrar éste sin dejar dos mensajes personales:

Mármara: No sabes lo mucho que me gustó conocer a la Begum. Nadie más que tú podía habérmela presentado. Su secreto está a salvo en mi ordenador (y en el tuyo y en el de Marcela por no hablar del de Candela). Además, que sepan todas que cocinas de una manera que Ferrán Adriá no conseguirá ni en sus próximas cinco reencarnaciones... valió la pena romper el régimen por esos freixuelos con mermelada casera (babas que caen sobre el teclado).

Marcela: Además de ser una anfitriona de lo más generosa que pueda haber, conseguiste convencerme de que mis fotos eran fantásticas y aunque sólo fuera por eso, te has ganado mi gratitud. Eres una disfrutona contagiosa, con esa actitud sólo puede irte bien... ahora que si no es así y alguien te hace pupa, me lo dices y mi güera y yo vamos y le metemos miedín por la cabeza, ¿estamos?

El regreso desde Asturias hasta casita merece post aparte...