Los mexicanos no charlamos ni conversamos. Los mexicanos platicamos.
Hace años, cuando una de las hijas de mi hermana iba a entrar a la primaria, se puso de moda en Monterrey que a los niños les hicieran un examen para saber cuál era el grado de madurez con el que llegaban. En esa época yo era maestra de primaria y estaba en desacuerdo con el trámite porque después de tener los resultados (y suponer que tenían algún valor) muchas compañeras los usaban para etiquetar a unos niños que aún no conocían y vaticinar cómo les iba a ir durante el año escolar.
Mi hermana pensaba igual, así que yo le pasé el examen (ABC de Lorenzo Filho) y ella, como buena madre, se dedicó a hacer que la inocente criatura practicara todo lo que le iban a pedir. El Test se compone de varios apartados y uno de ellos trata de medir la habilidad verbal de los niños, solicitándoles que repitan palabras bastante complicadas y que por lo general no están en el vocabulario de un niño ni en las conversaciones que escucha en su casa...
Mi hermana siguió practicando con la niña hasta que sucedió lo que se quedó en las anécdotas de la familia como una de esas frases célebres que no se olvidan aunque pase el tiempo. La escena fue más o menos así:
Madre: "Muy bien Mily, ahora vamos a practicar unas palabras. Repite después de mi: NABUCODONOSOR"
Niña: "NABUCODONOSOR"
M: "POPOCATÉPETL"
N: "POPOCATÉPETL"
M: "IZTACCÍHUATL"
N: "Mamá... ¿de qué estamos platicando?"
Comparto esta anécdota porque hoy me enteré por el periódico que uno de los incendios que hubo la semana pasada se produjo porque alguien hizo una barbacoa y echó las brasas mal apagadas en el vertedero de la urbanización donde vive. También leí que un torero fue muy criticado por preferir fumarse un puro que darle pases a un toro y lo mató sin la elegancia que eso parece requerir. Otras veces he leído que en Buñol se lleva a cabo una fiesta de lo más divertida que consiste en lanzar kilos y kilos de tomates maduros (y comestibles) a todo el que se ponga a tiro. También he visto en la TV los encierros de San Fermín donde muchos mozos muy valientes corren frente a los toros...
Entonces recuerdo que cada año me hago el mismo propósito: necesito ser más tolerante.
La cosa es que no puedo evitar preguntarme ¿de qué estamos platicando?
Pues sí, Pena, demasiado desconcierto.
ResponderEliminar¿De qué estamos platicando?
Por cierto es genial el ejemplo de la niña.
eso es lo que yo me pregunto en estas ocasiones y en muchas otras... totalmente de acuerdo contigo!!!
ResponderEliminarUn abracito para ti y para tu güera
por cierto, hermosa foto de cabecera de blog!!!
ResponderEliminarCandela: los niños tienen unas salidas geniales... a que si ;)
ResponderEliminarLena: Gracias... intuía que estarías de acuerdo tú también, se te nota en la letra, jajaja
Gracias por lo de la foto, la tomé con mi móvil una tarde que había estado lloviendo, desde el balcón de nuestra casa, que como diríamos en México, es tu casa y de Amapola.
Genial la anécdota, y genial si descubres sobre qué "platicamos"?
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