Ay, las manías...

Que son muy malas, dice mi güera. Yo tengo varias pero hoy solamente hablaré de una: tomo nota de muchas cosas.
Tengo mi diario personal, para mis pensamientos más privados; una agenda que llevo en el bolso, para escribir las cosas que se me ocurren cuando no estoy en casa; una libreta donde apunto recetas de cocina que me encuentro por allí, otra donde escribo una relación de los gastos de la casa... el blog... y el colmo es que en el móvil, apunto las fechas de cosas que considero que debo recordar: la visita al médico, al dentista y otras muchas como la menstruación. La mía y la de ella.
Ayer cambié de móvil y me puse a revisar las notas del anterior para pasar las que tuvieran vigencia al nuevo y me encontré con la novedad de que el 5 de noviembre cumplí un año sin la regla... ¡o sea que tengo la menopausia!

Supongo que no me di cuenta antes porque este año ha sido bastante movido y porque hace tiempo tenía muchas irregularidades, ayuda también el hecho de que no he tenido los famosísimos sofocos ni los otros cambios físicos y psicológicos que se supone que debería sentir. La verdad es que cuando comenzaron las irregularidades yo vivía todavía en Monterrey y mi ginecólogo me dijo que no era el climaterio, que si no tenía sofocos, ni me iba a hacer pruebas... ahora creo que el hecho de que él es hombre influyó para que desestimara mi sensación de que estaba en lo que allá llaman las mujeres mayores "el cambio de vida".

Pues bien, si es un cambio de vida... ¡me siento tan bien y tan contenta!
Nunca tuve reglas dolorosas pero si unas tormentas psicológicas que no se las deseo a nadie. Me convertía en una persona temperamental que lo mismo estaba iracunda que me transformaba en un moco lloroso y susceptible... no ayudaba el hecho de que mi cabeza entendiera que lo que sentía era una fiesta de mis hormonas en la que yo no participaba, mis emociones eran incontrolables y nada agradables. ¡Se acabó! ¡Soy libre! ¡Vivan las manías!