Por alguna extraña razón que no entiendo, cuando era maestra de primaria muchas veces mis alumnos me regalaban muñecos de peluche. A mí nunca me gustó tenerlos, los consideré siempre como un bonito depósito de polvo. Al paso del tiempo se fueron acumulando en mi habitación. Un día me sentí agobiada de verlos allí, llamé a la señora que nos ayudaba con la limpieza de la casa y le pregunté si le gustaban y si los quería. Eligió varios y se los llevó. Los que quedaban los puse en bolsas de plástico y los tiré directamente a la basura. ¡Qué gusto! me sentí tan bien... esa noche dormí de lo más descansada.
Al cabo de algún tiempo comencé a sentir de nuevo que algo me pesaba. En mi habitación había una estantería grande, llena de libros. Los que había usado en mis estudios, novelas, libros de consulta para mi trabajo, algunos que me habían regalado... mi biblioteca particular. Me picaban las manos. Seleccioné uno que otro que me gustaba de verdad o que usaba con frecuencia y todos los demás los metí en cajas y me los llevé a donar a la biblioteca central. Otra vez la sensación de alivio y descanso. A esas alturas mi madre estudiaba la posibilidad de ingresarme antes de que a ella le diera el patatús.
Entonces reparé en que en mis armarios había también mucha ropa que se había ido quedando por allí y que ya no usaba ni usaría más aunque estuviera en buen estado. Para deshacerme de ella fui mas discreta. Cuando había algún desastre natural (huracanes, terremotos, cosas asi), salía yo de lo más solidaria con una o dos bolsas llenas de ropa para los damnificados.
El penúltimo capítulo de ese proceso fue la "limpia" que emprendí cuando decidí venirme a vivir a España... y ahora dentro de poco menos de un mes supongo que viviré el epílogo porque iré a firmar las escrituras de la venta de mi casa.
Como yo creo que las energías se conservan, sé que quien viva allí recibirá los ecos de lo felices que fuimos en ese lugar mi familia y yo. Espero que tengan la sensibilidad de percibir los momentos chuscos, las risas, los nacimientos, los enamoramientos y que no les alcance para revivir las lágrimas, las dicusiones (que las hubo, ¿dónde no?), las despedidas y las muertes.
Catarsis, despedida y cambio de capítulo...
Inspirador relato de renovación. Conforme te iba leyendo me entraron ganas de hablar de mi catarsis.
ResponderEliminarUn beso.
Te quedó muy lindo Candela, gracias por dialogar
ResponderEliminarPero ¿las energías no se transformaban? Aunque es cierto también se conservan cuando sólo se arrastra lo más importante, los buenos deseos..
ResponderEliminarsi, si... se transforman. Estaba tristona cuando lo escribí, por eso mandé a paseo la racionalidad :P
ResponderEliminarHay en el ambiente un movimiento renovador del que no sé si podré abstraerme. Y mira que me vendría bien, ¿eh?, limpiar, tirar, hacer hueco para las novedades...
ResponderEliminar¡Qué bien que vas a firmar esas escrituras!
Guapa... lo que te voy a decir va en serio: Si necesitas ayuda para hacer una GRAN limpia de cosas que te pesen, cuenta con mi ayuda :)
ResponderEliminar...es necesario dejar espacio a lo nuevo...
ResponderEliminarUn beso.