diciembre 01, 2011

El otoño es para las madres


Este es mi tercer otoño con este blog y desde el primero, me di cuenta que en este mundillo el otoño es la época propicia para que mis escritoras favoritas se pongan nostálgicas o por lo menos reflexivas. Yo no soy menos, a mí también me hace efecto esta época del año.

A veces nos da por pensar en las cosas que queremos cambiar en nuestras vidas, otras veces nos enclaustramos para completar procesos... a muchas nos da por hablar de nuestras madres. Yo tengo debilidad por este tema porque aunque mi madre se fue hace seis años, para mi sigue estando presente y la echo de menos todos los días, ¡te quiero chata!.

La estancia de la tía Pilar en casa, por ejemplo, me ha servido para redimensionar el recuerdo de mi madre. Cuando ella tenía casi cincuenta y pico, casi sesenta años, se le ocurrió inscribirse en un curso de gerontología. En aquel tiempo eso era algo entre novedoso y raro, pero ella misma era asi... Se enteró de que una buena calidad de vida en la tercera edad dependía no solamente de la salud y la buena suerte sino de trabajo activo por parte de cada persona. Ella decía que en ese curso había aprendido que "los ochenta se cuidan a los cuarenta".

Supongo que por ese motivo nunca dejó de socializar en la medida de sus posibilidades; al final, cuando ya no podía ir y venir de manera autónoma, se mantenía en contacto con todo el mundo por medio del teléfono. El contacto social entre los contemporáneos pero también con otras generaciones es muy importante, ella lo había aprendido. Tuvo la habilidad para hacerse amiga de mis amigos y establecer relaciones con algunos de ellos de manera independiente. En particular una amiga mía a veces llegaba a casa y me decía: "no vengo a verte a ti, he quedado con tu madre para arreglarle las uñas..."

Mamá también había aprendido que mantener la actividad intelectual era como ejercicio para su cabeza; nunca dejó de leer, nunca dejó de enterarse de lo que sucedía en el mundo, siguió discutiendo de política con mi cuñado casi hasta el final, cuando sus posiciones se acercaron por fin.

Ahora sé que esos esfuerzos en buena medida fueron la razón por la que vivió cuatro años después del diagnóstico que decía que duraría, como mucho, dos años y lo hizo con una calidad de vida fantástica en contra de la opinión de su neuróloga que pensaba que los últimos meses serían en una cama, como un vegetal. Mamá trabajó su última etapa y eligió lo mejor para ella. Me puso el ejemplo de lo que debería hacer: mantenerme en contacto con la gente que quiero y me quiere, tener mi cabeza en movimiento, estar en el mundo... en suma, no dejarme vencer hasta que llegue el momento propicio. Eso también lo supo hacer. Supo irse cuando quedó tranquila de que yo estaría bien... aunque tengo la tentación de no hacer lo que ella por ver si viene a reñirme o estirarme los pies por la noche, creo que trataré de imitarla, después de todo, no le fue nada mal.

7 comentarios:

  1. Ay, esa mami peleona. Qué gusto da leerte cuando hablas de ella. Un aprendizaje precioso. Un beso grande.

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  2. Hay una teoría -de barra de bar, pero teoría al fin y al cabo- que dice que en los meses de menos horas de luz, más frío y lluvia, a la gente le da por pensar más en lo que sea, y se llega a la conclusión de que si los filósofos más celebrados son alemanes, daneses y holandeses, debe de ser porque se quedaban en casa sin poder salir ante el panorama climatológico.

    Tu madre hizo muy bien, sí, señor. Mantener la cabeza pensante. Algo muy recomendable.

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  3. Lista tu madre!! y me gusta mucho la idea esa de no perder el contacto, de socializar, no encerrarse...ya sabes por qué lo digo.

    Un abrazo enorme!!

    PD Ays! que me está rondando un post desde hace días...es verdad eso de las reflexiones...

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  4. Penita, tienes tanta razón en lo de las madres y el otoño que tengo que decirte que el otro día, después de mucho tiempo, soñé con mi madre y fui feliz con ella, y esta noche, alguien que dormía conmigo me dijo que estuve llamando "mamá" mucho tiempo, ayyyy.

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  5. Qué pedazo de mujer fue tu madre, y qué fantástico regalo te hizo con su ejemplo, así que síguelo a pies juntillas que seguro que te va igual que a ella.
    Como mi madre aún vive (y a mi padre lo tengo presente en todas las épocas del año), no vinculo su recuerdo con el otoño, estación que me encanta, por los colores, como los de esas hojas que has puesto, la luz, al amanecer y al anochecer, los frutos otoñales, que son mis favoritos...
    Se cuece en mis fogones mi olor del otoño, el de la compota de manzana. A tu salud, y a la del recuerdo de tu sabia madre.
    Un abrazo, Penita.

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  6. Cómo siempre, tú madre dando ejemplo de vida, de mucha vida!!! eres digna hija suya.

    Seguro que siguen tu mami y la mía con sus conversaciones otoñales... jajaja, cosiendo y remendando el mundo.

    Abracitos tiernos para toda la familia humana y perruna

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  7. Amigas, gracias a todas por sus comentarios, valoro mucho que sigan comentando en este espacio a pesar de lo abandonados que tengo yo los blogs. Besitos para todas, las quiero

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