enero 10, 2010
Como loca por la vida
Hace casi diez años escribí esto pensando en mi amiga Patricia, lo publiqué en un foro en el que participaba por aquel entonces.
"Tengo una amiga a quien admiro y quiero muchísimo... Ella como tantas otras mujeres en nuestra América Latina ha sido fuerte, independiente, ha sacado adelante a sus hijos y su marido y además se ha dado tiempo para saber ser maestra, amiga, hija, madre y hermana.
Un día cuando yo estudiaba mi maestría la conocí porque me dio un curso particularmente interesante... ¿quién era aquella mujer tan segura? Yo nunca había oído hablar de ella pero desde el primer momento su inteligencia me atrapó... su razonamiento, su forma de manejar el grupo, su increíble talento para relacionar las ideas de diferentes autores de manera aparentemente tan sencilla, su extraordinario modo de aterrizar las ideas más abstractas hicieron de mí (tan rebelde) una alumna dócil, atenta aunque no por ello cumplida...
Durante todo el curso estuve callada (¿yo?), sentada en la primera fila del salón, maravillada frente a su intelecto.
Cuando terminó el curso, hice una fiesta en mi casa para celebrar que aquello se acababa... invité a todos mis compañeros, a todos mis maestros y a ella, por supuesto. Me acerqué nerviosa a donde estaba sentada y le dije que la invitaba a mi casa para la fiesta. Ella me regaló su sonrisa tan abierta y tan sincera y me dijo: "claro nena, iré a tu fiesta". Esa fue la primera vez que me llamó nena y fue ella la primera que usó esa palabra para referirse a mi... Ella no asistió y yo me sentí un tanto decepcionada porque supuse que no la volvería a ver...
Meses más tarde, asistí a un evento de investigación educativa... ¡cuál no sería mi sorpresa cuando me percaté de que ella sería una de las conferencistas! Al término de su plática me acerqué a ella nerviosa como una colegiala y le dije: "Mira, yo creo que tu no me recuerdas porque fui muy mediocre como alumna tuya pero me diste clases hace unos meses y quiero decirte que tu curso me encantó y que es la base de lo que ahora estoy trabajando"
Otra vez aquella sonrisa... "¡Claro que te recuerdo! Te llamas (dijo mi nombre), y te sentabas en tal lugar, te juntabas con tal y cual y tu trabajo final fue de tal tema..." me dejó con la boca abierta... ¡lo recuerdo como si hubiera sido ayer y han pasado varios años ya!... ella se mostró muy interesada en el trabajo que hacíamos mi equipo y yo y casi por amor al arte se ofreció a trabajar con nosotros... Durante meses nos asesoró, nos dirigió, nos orientó... fue nuestra guía en el difícil arte de la investigación etnográfica que era la línea que seguíamos en ese tiempo.
Pasaron los meses, me fui enterando de los pormenores de su vida privada, ella me llamaba por teléfono frecuentemente para consolidar la amistad... coincidimos en cierta universidad donde ella daba clases y yo también... Llegado el momento, le pedí que fuera mi asesora de tesis de la maestría... ¡y vaya que fue implacable!
Yo temblaba cada vez que iba a una sesión de asesoría con ella porque sabía que con un par de argumentos me iba a hacer trizas... siempre de una manera tan suave pero tan firme que no había modo de argumentar con ella.
Un día me dijo, "necesito que, a como de lugar, termines esa tesis y te gradúes ya!"... la urgencia era porque me había conseguido una entrevista de trabajo en la mejor institución educativa privada de mi ciudad.
La relación que aquí les relato ha ocupado apenas unos siete, casi ocho años de mi vida... poco tiempo ¿verdad? Pero si les hablo de lo que ha sido para mí tal vez sea más significativo... durante este tiempo, ella me ha enseñado a sentirme más segura ya que ella me consideró alguien inteligente, talentosa, hábil... admirándola tanto terminó por convencerme de que su opinión respecto a mí era cierta. Me enseñó a ir como ella dice: "como loca por la vida". Me enseñó el balance que debemos establecer entre la vida profesional y la vida afectiva y me enseñó además que ser una mujer fuerte no significa ser de piedra...
La he visto reír, ha sido mi confidente, la he visto asustada, me ha oído maldecir... hemos estado juntas en las buenas y en las malas... casualmente me ha tocado estar cerca de ella en sus momentos más difíciles de los últimos años... estuve con ella cuando le dijeron que era muy posible que tuviera cáncer de mama, estuve con ella cuando se sometió a una mastectomía y a una histerectomía, también me ha tocado verla padecer la quimioterapia y la radioterapia... disfruté su alegría cuando pensó que había vencido el cáncer... Nos reímos juntas de las cosas del trabajo, de los jefes ineptos, de la realidad cotidiana de nuestro país. Un día yo le dije: No sabes como te admiro por la forma que has enfrentado tu enfermedad y ella me contestó que había cosas peores y a las que temía mas, como la guerra...
Hoy por la tarde me enteré que esa mujer extraordinaria, que me ha dado más que la mayoría de mi familia, que me ha ayudado a ser quien soy, está desahuciada. El cáncer la tiene invadida y los médicos han dicho que no pueden hacer más por ella... ¡Se atreven a decir que le quedan tres meses de vida! ¿Tres meses? ¿Qué son tres meses para alguien que como ella ama tanto la vida? ¿Qué son tres meses cuando tienes hijos pequeños que no vas a ver crecer? ¿Qué son tres meses cuando hay gente que te necesita tanto?"
Escribí esto en septiembre de 1999 y Patricia no vivió tres meses sino siete. Murió el 17 de abril del año 2000. Así de fuerte era y así de aferrada estaba a la vida. Así que yo también me sumo, como dice Marcela. Por Patricia y por todas.
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esto...pufffff...por ellas.
ResponderEliminarPor las que lo consiguieron y por las que no, porque lucharon como leonas. Tengo una amiga muy malita. Gracias por ese post, Pena.
ResponderEliminarCurioso. Mi querida Mrs. Elson, la profe que mas cariño me demostro también falleció del mismo tipo de cancer unos meses después de mi partida. Un abrazo.
ResponderEliminarqué pedazo de post, Pena, aunque sea de hace tiempo es tan sentido.
ResponderEliminarTu tb me remueves muchas cosas (tengo que contestarte!!) a mi. Yo tambien he tenido una supervisora que me marcó. Es una relación muy especial que se establece pocas veces, son un poco madres un poco amigas, a veces duras, muy especiales...
Pena, en esta ocasión has tocado uno de mis puntos más sensibles y el que hizo preguntarme en plena adolescencia si la muerte tiene algo de justa, arrebatándome en plena adolescencia a mi abuela, una mujer que batalló tantos años y sin una sola queja, una leona, firme como una roca al plantarle cara al sufrimiento sin dejar que la abatiera ni trasluciera, de esas mujeres anónimas, aparentemente humildes y que a su vez son tan sabias que dejan una huella imborrable en quien las ha conocido.
ResponderEliminarElla, Pepa, fue la que prácticamente me crió y educó hasta mis seis años de edad.
Preciso post para esa persona tan maravillosa como fue tu amiga. La muerte sobreviene, muchas veces, precisamente, a los que más ganas tienen de vivir. Un besote fuerte
ResponderEliminarMarcela: y con una sonrisa, que a Patricia no le iba la tristeza:)
ResponderEliminarCandela: de nada mi niña, que no se deben sentir solas porque no lo están, un beso.
mjt; es que pareciera que hay personas que se tienen que ir muy pronto y sin embargo dejan una huella super profunda en nuestras vidas.
Farala: al tiempo de publicar esto he caído en cuenta del tiempo que ha transcurrido... cuando hablo con otra amiga acerca de Patricia nos cuesta aún creer que se haya muerto. No te apures con la respuesta, mamá decía que hay más tiempo que vida ;)
Gata: la muerte, creo yo, no es justa ni injusta, simplemente es parte de la vida. Lo que pasa es que las separaciones duelen mucho y más cuando sentimos que no queremos despedirnos de esa gente que ha significado tanto y ha dejado tanto ejemplo. Yo por eso puedo olvidar muchas cosas, pero no a la gente que incluyo en mi particular celebración de la vida... ¡y aún quedan!
Tantaria: gracias por tus palabras... por eso dicen que del rayo pasas, pero de la raya no ;)
uffff. Se me ha puesto un nudo en la garganta mientras te leía .Creo que por mucho tiempo que pase y aunque ya no estén, nunca acaban de desaparecer porque lo que dejaron en vida les sobrevivirá siempre.
ResponderEliminar(Silencio)
ResponderEliminarRipley: eso es... yo recuerdo a Patricia más veces de las que te imaginas :)
ResponderEliminarDintel: siempre tan acertada :)