junio 08, 2009
I Dreamed a Dream
Llevo varios días pensando en escribir acerca de Toña y no me había sentado a hacerlo, así que lo hago ahora.
Mi madre siempre fue una mujer muy independiente (aunque ella no se asumiera como tal) y por eso estaba sola mientras que yo me iba a trabajar. Eso duró mucho tiempo, hasta que un día se cayó en el baño y se quebró la cadera... No supimos que la tenía fracturada sino hasta diez días después, porque ella seguía caminando con dolor y todo, pero eso es historia para otro momento. El caso es que cuando llegué a casa y me la encontré tirada en el suelo sin poderse levantar, tomé una decisión en contra de su voluntad: busqué a una persona para que le hiciera compañía mientras que yo salía de casa. Esa persona fue Toña.
Para encontrarla envié un correo electrónico a casi toda la gente que tenía en mi lista de direcciones. Solicitaba según recuerdo, "una joya"; eso fue lo que conseguí, aunque me costó darme cuenta.
Toña llegó por medio de un compañero de trabajo. El Doctor en Filosofía (por la Universidad Autónoma de México) Don SoyUnaLumbrera. El Dr. SoyUnaLumbrera era un intelectual muy respetado en la Universidad donde yo trabajaba. A mí también me parecía un tipo super interesante, por eso cuando alguien tan culto y renombrado me dijo que su hermana se había dedicado mucho tiempo a cuidar personas mayores y niños me pareció un poco extraño pero le agradecí el dato y llamé a su hermana.
Ella fue a mi casa para una entrevista y resultó ser la versión femenina del Doctor antes mencionado. Hablando con ella me quedó claro que aunque eran hermanos y eran parecidísimos físicamente, daban la impresión de haber nacido en lugares, tiempos y familias distintas.
Toña no terminó la instrucción primaria... más bien no completó ni el segundo grado. Más bien Toña apenas sabía leer y escribir... Cuando era niña, sus padres la pusieron en un colegio de monjas y las madrecitas concluyeron (tras cuatro años) que Toña era "tonta" y "no podía aprender" por lo que la mandaron con su bendición a casita. Años después Toña comenzó a tener convulsiones y la llevaron al médico. Antes de que los médicos que la atendieron se dieran cuenta de que las convulsiones se debían a un cisticerco enquistado en su cerebro, se cargaron su sistema inmunológico y le provocaron un Lupus que aún padece.
En casita no investigaron mucho (supongo que la época también jugó en su contra) y la destinaron a cuidar a toda la población del hogar. Toña cuidó a sus padres hasta que se murieron y después le tocó cuidar a dos hermanas que contrajeron cáncer también hasta que se murieron. Después de eso, la hermana que quedaba soltera decidió irse a vivir a Estados Unidos y la dejó sola en la que había sido la casa familiar. Entonces Toña buscó trabajo y lo único que pudo hacer fue limpiar y cuidar a quienes se le iban cruzando por el camino: ahora una anciana con altzheimer, ahora el bebé de la vecina y así por el estilo. Nunca tuvo una relación sentimental, ni hijos, ni nada parecido a una vida propia e independiente tal y como yo la concibo.
Cuando yo la conocí, Toña le pedía casi de caridad a sus hermanos que le dieran dinero para pagarse la afiliación voluntaria al seguro social para procurarse el tratamiento que le permitía mantener a raya el lupus y las convulsiones (nunca le quitaron el cisticerco, era muy peligroso) y para medio mantenerse.
Para mi fue alucinante ver el contraste tan grande entre los hermanos y sobra decir que contraté a Toña sin pensarlo dos veces... y fue una de mis más afortunadas decisiones impulsivas.
Acompañaba a mi madre, hablaban horas y horas, a veces yo llegaba y me las encontraba jugando cartas, otras veces viendo la TV (había un presentador que les encantaba a las dos), resultó ser una de las personas más honradas, leales y agradecidas que haya conocido. Me costó mucho trabajo convencerla de que me escribiera en un block de notas las cosas que iban haciendo falta para que cuando yo fuera al super ya tuviera la lista medio hecha. Ella pensaba que yo no le iba a entender y nunca sospechó que era mi estrategia para hacerla escribir, leerme lo que había escrito y hacerla reflexionar sobre sus errores y por tanto corregir su lengua escrita.
El lupus le tenía los dientes hechos polvo, así que durante un año la acompañé a que le quitaran lo que le quedaba y le hicieran una dentadura postiza. Al terminar su jornada yo la llevaba a su casa en mi coche porque ella tenía las articulaciones tan dañadas que tenía dificultades para andar y subir escalones.
Toña nos llevaba regalos en Navidad, se sentía acogida y valorada en mi casa como no había sido en mucho tiempo. Por mi parte yo sentía que no había nada que yo pudiera hacer por ella que retribuyera la tranquilidad que sentía al salir de casa y dejar a mamá con ella.
Toña estuvo conmigo el día que mamá murió y la lloró como si hubiera sido una más de la familia, porque lo era ciertamente.
Me costó más trabajo decirle a ella que me venía a España, que a mis hermanos. Sentía y sigo sintiendo que la dejé desamparada. Espero que cuando pueda ir y la busque, esté bien.
Supongo que si Toña hubiera tenido la voz de Susan Boyle, ahora estaría en la TV...
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Me has hecho saltar las lágrimas... tienes una sensibilidad extraordinaria. Gracias por compartir algo tan hermoso.
ResponderEliminarEres afortunada por sentir lo que sientes y por saber valorar lo que vale la pena en la vida.
Un abrazo intenso
Pero bueno, ¡qué has abierto un blog, y yo sin enterarme! Si es que no sepuede vivir en prmanente estrés, ¡leches!
ResponderEliminarY, a mayores, sintiéndome, como me siento, ahora que he venido, un poco partícipe de tu nick bloguero. ¿Te acuerdas? La primera vez que comentaste algo en mi blog fue para decirme que había escrito mal el nombre de la gran Julieta Venegas, que "aunque te daba pena" tenías que decirme que su apellido se escribía con v, en vez de con b, que era como yo lo había puesto. Y luego, ya, empezaste a comentar con este apodo, que has hecho, definitivamente, tuyo y que también siento un poco mío.
Bueno, pues nada, ya te he incluido en mi lista de "favoritos" para visitarte y seguir tu particular celebración de la vida y la muerte.
La historia de Toña es un auténtico amor. Me ha emocionado y conmovido. Espero, y deseo, que cuando puedas volver a México la encuentres, y la ecuentres bien.
Un abrazo y ¡larga vida a este blog!
Hola... pero si ya escribes¡¡¡ jajaja a quien quieres pedirle consejo???esta historia está muy bien, tiene mucha calidad y además es una historia que llega y es muy entrañable...
ResponderEliminargracies por visitar mi blog¡¡¡
Vaya por Dios, gracias por los comentarios...
ResponderEliminarLena, haces que justifique la elección de mi nick con tu comentario, ¡me da mucha pena!... pero me la aguanto :)
Mármara: efectivamente, comencé a usar este nick a raíz del comentario que mencionas y la verdad es que me he sentido cómoda con él, por eso lo conservé. Además esa expresión "me da pena", la uso con tanta frecuencia que mi güera ya la dice sin darse cuenta, con lo que a fuerza de ir explicándola por allí terminará siendo común al menos en nuestro entorno... ¡Viva el mestizaje!
Yosu, tu comentario me halaga, pues nada, a seguir escribiendo, ya veré de incribirme en algún taller para aprender y ganar seguridad.
Bienvenidas todas, vuelvan cuando gusten :)