mayo 10, 2009

Doña Argelia

Hoy se celebra el día de las madres en México y aunque yo ya no vivo allá, me pareció un día tan bueno como cualquier otro para publicar algo acerca de mi madre.
Nació el 29 de agosto de 1921 y por lo tanto si viviera físicamente, tendría 87 años. Murió el 25 de octubre de 2005. Entre esas dos fechas tuvo tiempo suficiente para dejar huella en algunas personas, seguramente en más de las que yo creo.
Lo que sigue, lo escribí hace tiempo para hablar de mi madre. Lo tenía publicado en otro blog pero me parece oportuno para reproducirlo hoy. La canción que acompaña este post es de Denisse de Kalafe y se canta en México este día.

“Hija, la vida es puro trabajo”

Cuando era niña y mi madre me decía eso, invariablemente le contestaba: “ay mamá, tú sólo piensas en eso, qué exagerada eres” y por dentro pensaba que yo nunca sería como ella.
Hace tiempo que me tragué mis palabras (suspiro). En muchos sentidos soy como ella y lo que yo no tengo, me lo fui a buscar en quien comparte mi vida (si nena, la elección de pareja no es azarosa),
La vida es puro trabajo. Vaya una sentencia. Lo peor es que al paso de los años me convencí de su veracidad. Trabajar para obtener dinero, para cuidar una relación que me importa, para que los seres vivos que me rodean estén bien, para que yo misma esté bien, para no pisar a las otras formas de vida, para tolerar, para crecer, para disfrutar, para dormir, para respirar.
Nada está dado de manera permanente, todo se puede ir. El trabajo como una forma de canalizar la ansiedad de aplazar la pérdida, de estabilizar el bienestar.
Mi madre hizo honor a su dicho. Trabajó hasta el día de su muerte y lo hizo, no como las dulces cabecitas blancas de la época de oro del cine mexicano (abnegadamente), sino haciendo alarde de lo mucho que la incomodaba; quejándose, protestando y haciendo oír su voz. Fue una mujer brillante. Siempre fue capaz de tomar las mejores decisiones para su vida. Eligió al mejor compañero para ella, tomó lo que mas útil le resultaba de la educación que recibió, tuvo la agilidad necesaria para pasar de ser mi madre a ser mi amiga, construyó a su alrededor una red de afectos que sigue sin desvanecerse.
Su presencia fue tan fuerte, que aún después de casi dos años de que murió la sigo escuchando y sintiendo cerca.
Hace poco vi una película que no vale ni tres centavos desde el punto de vista cinematográfico (Spanglish) pero que cierra con algo que se me quedó en la cabeza y que motivó esta parrafada: “lo que verdaderamente me significa, es que soy la hija de mi madre”.

4 comentarios:

  1. Ay, preciosa... me he emocionado con este post! suscribo letra a letra muchas de las cosas que dices, sobre todo la última frase, pues lo que a mí también me significa por encima de cualquier otra cosa es ser la hija de mi madre. Aunque no me cuadran las fechas: si falleció en 2005 son casi 4 años, o es que falleció, como la mía, en 2007?
    Ay, Pena, penita, pena... la vida es puro trabajo! cuánta razón tenía tu madre, sabia mujer.

    Un abracito intenso

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  2. Hola Lena

    Mi madre falleció en el 2005 y el escrito es viejo, lo dejé en su forma original porque lo que siento no ha cambiado en lo más mínimo aunque como dices tú, ya casi van a hacer cuatro años. Gracias por tu comentario, vuelve cuando quieras

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  3. Cada día debiera ser el día de las madres.

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  4. Se me ha erizado el vello al leer esta entrada. Si tu madre pudiera sentir algo ahora se le caerían dos lágrimas de ternura.

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